lunes, 24 de noviembre de 2014

Elaboración de una prueba

Cuando elaboro una prueba con la que pretendo evaluar el aprendizaje adquirido por mis alumnos y calificar su nivel y esfuerzo normalmente divido la prueba en dos partes: una primera parte teórica y una segunda parte práctica. El porcentaje de la calificación final que lleva cada parte es variable en función de la unidad de trabajo que estoy evaluando, puede ser desde un 50-50 de las unidades iniciales más introductorias y expositivas hasta un 30-70 de las unidades finales, mas prácticas y realistas. En la parte teórica procuro introducir varios tipos de preguntas, las de respuesta elaborada larga, las de respuesta elaborada corta y las de respuesta múltiple. En función de las características de los alumnos me decanto más por unas o por otras con la pretensión de ayudarles en la realización de la prueba. Pero las que más uso son las de respuesta elaborada corta. Pretendo que definan un concepto o magnitud y que lo asocien con unidades de medida, métodos de medición, fórmulas y gráficos. Para la parte práctica diseño varios ejercicios del mismo nivel de dificultad de los realizados en clase al final de la unidad de trabajo, cuando se ha alcanzado el nivel requerido para esa unidad. Hasta hace muy poco huía de las preguntas de respuesta múltiple tipo test, ahora las utilizo con cierta frecuencia, sobre todo cuando detecto que el alumnado tiene dificultades para elaborar respuestas digamos, "literarias", pero intento que según se va desarrollando el curso adquieran la habilidad de expresarse de manera clara y técnica sin necesidad de demostrar sus conocimientos por identificación.

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